Dice el cántico que “pasan los años, pasan los jugadores…” y es así, pero con la salvedad de que siempre hay jugadores y ‘jugadores’. No es comparable la salida que este año ha tenido Borja, con ovación en su último partido, con la que Haris Medunjanin, desde hace pocas horas nuevos jugador del Maccabi Tel Aviv, se ha merecido. El hoy jugador del Getafe se despidió del José Zorrilla a la grande y lo hizo porque lo merecía, en cambio, el jugador bosnio ha salido del estadio blanquivioleta por la puerta de atrás, y lo hace porque sencillamente se lo merece.

Haris Medunjanin llegó al Real Valladolid de prueba y convenció. Lo hizo hasta el punto de que Carlos Suárez y Roberto Olabe, su gran valedor, se marcharon a Holanda para llevar a cabo el fin de las conversaciones con el equipo de procedencia, el AZ Alkmaar. Aquel conjunto es un humilde equipo holandés que entrenaba Louis Van Gaal y el cual había desterrado a Medunjanin, hoy, dos años después entendemos el porque. Medunjanin ha sido en Holanda y en España lo mismo que será en Israel, un jugador muy talentoso con los pies pero que ansía de un asesoramiento que le haga ser un futbolista y una persona más realista y humilde en la conquista de objetivos.

Haris se va del José Zorrilla de la misma manera de la que llegó, de forma extraña. Llegó con un método de compra nuevo para el estilo del club violeta y se va tras pasar de ser el ídolo del equipo al más odiado por la afición en tan sólo unos días, y es una pena porque me atrevo a decir que nunca, en mis años como aficionado del Real Valladolid, que ya son muchos, he visto a muchos jugadores vestidos de blanquivioleta con la calidad en una pierna como la que Medunjanin posee en la suya. Como digo, una pena, pero una realidad porque como todos sabemos, el fútbol no es sólo calidad.